viernes, 2 de marzo de 2012

27 de enero.


 Al final acabas aprendiendo a vivir como un autómata, sobre todo en esos días en los que pensar te duele y sentir te mata. Acabas aprendiendo a apagarte, a encerrar en el fondo de tu ser todo lo que sientes, y finges. Esa es la solución. Como una máquina que no siente y tampoco piensa, porque eso es lo que acabas haciendo. Poco a poco también abandonas el uso del lenguaje y tus respuestas se vuelven cortas y cortantes, sonríes, pero sin ganas, la risa tampoco suena en tu boca y los ojos ya no vuelven a mirar igual, ni a brillar como antes solían. Lo que antes parecía tu hogar ahora es una selva en la que todo consiste en sobrevivir, sueñas con irte pero finges que no. Todo continúa, pero tu te encuentras en otro lugar, en el que está prohibido pensar y también sentir, en algún lugar en el que el silencio habita y nadie te interrumpe, en algún lugar en el que desearías estar.